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Historias de empresas: Rotec Composite Group

Rotec Composite Group B.V. solicitó un préstamo de 500.000€ para invertir en maquinaria y equipos, contratar nuevo personal y realizar actividades de ventas y marketing. Desde October hemos decidido hablar con su fundador y director, Jan Ros, sobre su espíritu empresarial, el crecimiento del negocio y cómo es obtener un préstamo.

Amor por el agua y los compuestos

Jan Ros, fundador de Rotec Composite Group, ha desarrollado numerosos planes en su trayectoria empresarial.

«Cuando tenía 19 años creé mi primera empresa de construcción de yates, centrada en el mantenimiento y la renovación de los mismos. Siete años después, cuando ya tenía 26, vendí esa empresa. Con el dinero de esa venta y mi conocimiento sobre barcos, puse en marcha una tienda de deportes acuáticos, que también incluía el alquiler de barcos y una escuela de vela. Durante esa época empecé a desarrollar un nuevo tipo de catamarán, hecho de material composite. Mi afición por el composite viene ya de largo, con 10 años ya había construido mi primera maqueta de barco con este material».

De lo privado a lo industrial

«Con mis conocimientos sobre los compuestos, decidí entrar en el sector industrial. Tras varios rodeos, acabé en el mundo de las tuberías. Lo que me llamó la atención es que se fabricaban muchos materiales y productos de mala calidad. Durante un período, estuve como fabricante de bridas, este materia es utilizado para sellar tuberías, cuando vi que una brida se cayó al suelo y se rompió en pedazos me di cuenta que tenía que hacer algo».

«Los primeros diez años en el negocio de los tubos fueron difíciles. Para sacar mis productos al mercado, los tubos tenían que ser probados y certificados oficialmente. Para ello no disponía de medios económicos. Por ello, rápidamente procedí a buscar un socio que me financiara medio millón de florines. Sin una referencia y con un producto nuevo, el banco no nos financiaba. Esto se debe a que el importe de la financiación se destina a equipos de producción y moldes específicos. Mi actual socio sí contaba con medios financieros. Si el mercado se desarrollaba como yo preveía, la inversión se amortizaría en pocos años. Pero el mercado se desarrolló más lentamente que la capacidad de producción. Había una competencia considerable y un exceso de capacidad. Sin embargo, el producto era bueno y empezó a demostrar su valía. Así fue como, lenta pero inexorablemente, seguimos creciendo hasta alcanzar una facturación de dos millones en los últimos cinco años.»

La batalla de la certificación y la producción tecnológica

«En los últimos años hemos iniciado la certificación, una inversión de 200.000 euros en un periodo de cinco años. Es mucho dinero, pero una necesidad absoluta. Hoy en día, las certificaciones y los papeles son incluso más importantes que el producto. La calidad es lo más importante para nosotros. Por eso creé mi propio equipo de ingenieros hace dos años. Este equipo ha desarrollado un software con el que medimos con precisión lo que nuestros productos son capaces de hacer. Esto nos ha aportado ventajas sin precedentes, porque gracias a nuestro propio equipo conseguimos fabricar bridas de material compuesto mucho más resistentes que otros productos del mercado y, además, con menos material.»

«En este momento tenemos 16 empleados, 6 de los cuales se dedican a la producción. Como lo hemos automatizado casi todo, tenemos garantizado un volumen de negocio entre tres y cuatro veces superior al de la media de los competidores.»

La financiación es un reto

«El producto ha demostrado su eficacia en los últimos 25 años. Pero al principio, obtener financiación era un reto diario, que me llevó mucho tiempo. Tanto por parte de los inversores, como de los bancos, subvenciones y privados.
Los bancos financian con garantías, pero no entienden cómo funciona la producción. Mientras que el composite se ha vuelto cada vez más conocido en los últimos años. El desconocimiento hace que no sea apreciado, y eso es algo que me lleva frustrando mucho tiempo. Afortunadamente, esto ha quedado un poco atrás y las cifras de facturación lo demuestran».

«Utilicé la financiación del banco para comprar el local comercial. En 1993 compré un edificio para mi producción. En 2002 volví a vender este edificio, con el fin de utilizar la plusvalía para seguir desarrollando los productos. Entonces alquilé el local. Esto fue difícil, el edificio no estaba bien mantenido y por lo tanto quedaba pendiente realizar un mantenimiento. Así que el año pasado volví a comprar los locales y, gracias a la financiación, pudimos renovarlos».

Financiación en October

«Mi asesor financiero me ayudó con la financiación bancaria del local comercial. Sin embargo, también necesitaba financiación para los equipos de producción, principalmente para los moldes y la ampliación de la gama de productos. Alfons, mi asesor financiero, me indicó las posibilidades de October, hasta entonces una plataforma desconocida para mí. A diferencia del banco, October se fijó en las oportunidades de liquidez.

«El hecho de que parte de la financiación de October provenga de inversores privados, es decir, a través del crowdfunding, es una construcción muy interesante. Pero como October trabaja con una garantía de financiación, no dependes únicamente de los inversores privados. Por lo tanto, en October sabes que la financiación se realizará. El tipo de interés en October es un poco más alto, pero sigue estando a un nivel muy aceptable. Además, me anima saber que hay tantas partes diferentes implicadas como inversores. Eso aumenta mi confianza en October como algo que lo reúne todo».

El contacto con October

«El contacto con October fue excelente. La fase inicial y las negociaciones pasaron por mi asesor financiero, en la fase final de la financiación hablé con October varias veces. Me impresionó la forma en que se organizó todo el proceso, también digitalmente. Nunca había podido organizar una financiación de forma tan sencilla. Está muy bien organizado y es muy eficaz».

Mirando hacia el futuro

«La crisis del Covid-19 no ha tenido ningún impacto en Rotec. Normalmente hacemos muchos negocios en India y China, pero la prohibición de viajar me ha permitido centrarme mucho más en la producción durante el último año. El mercado sigue cambiando. En los últimos años no se han construido centrales eléctricas en Europa. Estas contenían muchos de los componentes que producimos».

«También estoy emprendiendo nuevas iniciativas. En Lelystad queremos poner en marcha un proyecto piloto para pasar a la energía geotérmica y suministrar calor a otras empresas de la zona industrial. Nuestros clientes están trabajando en aplicaciones de hidrógeno para almacenar energía en tanques compuestos, para los que a su vez suministramos los componentes.»

Lo mejor del espíritu empresarial

«Emprender es la libertad. No tengo que dar cuentas. Mi accionista no interfiere en el contenido de nada. Eso ha funcionado bien durante treinta años. Valoro mi libertad y el desarrollo de ideas y la creación de negocios. Soy un generalista, no un técnico. Quiero conocer yo mismo todos los aspectos, la tecnología y el producto. Ganar mucho dinero nunca ha sido importante para mí. El dinero no me interesa, esa es la diferencia entre mí y muchos otros empresarios. Me encanta mi negocio, me encanta trabajar y los lugares a los que me lleva este trabajo. Eso vale mucho para mí».